En el taller Álvaro e Hijos son especialistas en embellecer y transformar cualquier vehículo que pase por sus manos. Esta pequeña empresa lleva instalada en el barrio tinerfeño de Buenos Aires desde 1970. Más de cuatro décadas después de su inauguración, su forma de trabajo continúa siendo prácticamente la misma: con el máximo cuidado y dedicación, haciendo de su afición una manera de ganarse la vida.

Álvaro Afonso comenzó a trabajar cuando tan solo era un niño. Hasta que se aventuró con su propio negocio siempre desarrolló su oficio para los demás y nunca se arrepintió. Gracias a esa labor pudo aprender todo lo que después enseñó a sus hijos.

Cuando tuvo la oportunidad de hacerse con su propia parcela y montar su taller en la calle Ecuador, no lo dudó ni un instante. Llegó el momento de hacer lo que más le gustaba y algo que ahora, jubilado hace tres años, echa muchísimo de menos y que no ha podido abandonar por completo.

Actualmente la empresa está en manos de sus dos hijos, Álvaro y Ángel Cristo. La marca "Double A Custom Brothers" está presente en todos los trabajos que hacen estos profesionales. Ninguno ha estudiado pero la experiencia es un grado y controlan como el que más todo lo que tenga que ver con los arreglos exteriores de coches y motos.

El boca a boca es el secreto de este taller. Hasta hace tan solo dos años no disponían siquiera de cartel en la puerta. Lo pusieron cuando decidieron darle un "pequeño lavado de cara", sin perder nunca su esencia.

La crisis en este pequeño comercio se lleva de la manera más digna posible. Eso sí, siempre con música y del mejor rock and roll. Hay semanas de vacío absoluto, donde no entra ni un solo coche en el que trabajar, y otras en las que el trabajo no para ni un instante. Unos meses son mejores que otros y eso se nota cuando toca hacer caja. En estos momentos, arreglar la carrocería de un vehículo es casi un lujo. Siempre que el coche puede circular, sus propietarios se piensan muchísimo llevarlo al taller para poner a punto la chapa.

Para los días donde hay menos trabajo, siempre tienen alguna moto o coche propio al que poder meter mano. Cuando la puerta se cierra para los clientes se abre para los amigos. Algo de beber, la radio puesta y buena compañía. Estos dos hombres agradecen ser hermanos. Es más fácil para ellos soportar la difícil situación económica y, además, es mucho más cómodo estar rodeado de la familia. Los que se quedan en casa entienden que durante tantas horas al día sus seres queridos estén en el taller, ya sea por trabajo o por puro placer.

Además, aprovechando todos sus materiales, también hacen, siempre previa petición de sus clientes y amigos, sillones, lámparas, expositores para tiendas y casi cualquier cosa que se les ocurra. La imaginación no tiene límites y todo lo que consigan pensar se puede plasmar casi al completo en el producto final.

Visto en | La Opinión de Tenerife